Una buena amiga me decía todos los años q me animara a apuntarme al Camino pero siempre había excusas, que si los niños, que si no iba a ser capaz, que si seria duro. Pero este año me dio el arrebato y me apunte y para no echarme atras me matricule enseguida no fuera a ser q me saliera alguna excusa.

El camino fue especial, magico ibas a tu ritmo, nadie te apuraba, podias hacer lo que sintieras en cada momento. Pararte a oler una flor, hablar con tus compañeras de camino o, simplemente, escuchar el ruido de tus pasos, del río que cruzabas…

Aprendes a apreciar cosas, detalles a los que no das importancia en tu vida diaria; la brisa, que cuando hace calor te ayuda a subir una cuesta, la nube que cubre el sol mientras estas en una zona sin arboles, la tierra bajo tus pies, una almohada cuando duermes en un saco y hace que sea la mejor noche de todas.

Aprecias el agua caliente de la ducha, la fruta bajo un árbol, que entre risas sabe mejor, una tableta de chocolate entre 20 es aún mejor (aunque solo tomes una onza), son miles y miles de detalles.

El compañerismo entre todos es maravilloso las sonrisas con las que saludabas por la mañana, la ayuda para cualquier problema que surgiera, desde un zapato que aprieta hasta los frutos secos para recuperar las fuerzas.

Nuestros guías eran nuestros angeles protectores, Jesus, Mayra y Trini, se ocupaban de llevar el peso pesado en el coche escoba, nos alimentaban el cuerpo y el alma. Pese a todas las dificultades que suponía poner de acuerdo a 17 personas, ellos lo conseguian con una sonrisa y no perdian la calma pese a las dificultades que se fueron encontrando con el paso de los días.

Cuando llegas a Santiago, la alegría sube desde los pies hacia arriba, las lágrimas se agolpan en los ojos, quieres reír, llorar, abrazar y dar besos. Mil sensaciones se cruzan en tu cuerpo con la sensibilidad a flor de piel. He estado en Santiago de Compostela cientos de veces pero, la mas especial de todas, ha sido esta sin la menor duda.

El Camino Universal significó para mi encontrar 19 compañeros/as de camino, una forma de aprender que puedo dedicar tiempo a mi a disfrutar de la naturaleza, a reencontrarme con la esencia de mi yo interior, a ver los caminos, los árboles con más detenimiento, a disfrutar de cada pequeño detalle y muchísimas cosas más.

Me ha gustado tanto que el proximo año intentare ir, mejor dicho, ¡iré sin excusas!

Gracias Trini por insistir cada año en que fuera.

Maria Jesús Taboada.
Caminante de la Vía de Asia durante el Camino Universal 2016